atrás y ahora
- Lucía
- 29 nov 2018
- 3 Min. de lectura
Vecinos cuentan que, todos los veranos, venia una familia de fuera. […]
Más tarde, el edificio fue ocupado por la Academia Maurí, regentada por Vicente Maurí Gómez (1932). Por sus aulas pasaron varias generaciones de niños. Uno de ellos fue Luis Cabañas Montero (1951):
“Solo puedo hablar de la época en la que yo fui. Recuerdo que había dos aulas en la planta baja y, arriba, creo que otras dos. En la planta baja también estaba la oficina del director, don Vicente Maurí, que tenía la vivienda familiar al segundo piso.”

En el patio se preparaban para la asignatura de Educación Física:
" [...] un patio de dimensiones muy reducidas. Mira si sería pequeño que para saltar de longitud, cogíamos 'carrerita' desde el pasillo interior, saltábamos al patio y casi nos estampábamos contra los retretes que estaban enfrente."
Poco tiempo después de la conversación con Luis, tuve la oportunidad de conocer a Vicente Maurí. Le visité en su casa, cerca del jardín de Ayora. Conversamos tranquilos.
"Inicialmente el edificio era una vivienda particular. Se notaba que la había construido una familia importante porque en el baño había bañera, 'bidé' y agua caliente... La riada de 1957 la dejó muy deteriorada por lo que fue necesario acondicionarla para poder abrir la escuela. Por ejemplo, pusimos una viga con la finalidad de que aguantara la galería y el interior lo preparamos para hacer aulas. La escuela abrió el año 1959 y estuvo hasta el año 1995. A partir de aquel momento, hubo una escuela de parvulario una temporada corta y, después, pasó a el Ayuntamiento. [...] De la asignatura de Educación Física que impartíamos como podíamos en el patio de reducidas dimensiones, aún queda el hierro donde enganchábamos una cuerda para el ejercicio de "grimpar."
_ DAMIÀ, Y., MARTORELL, P. (2013). Pessics del marítim. Valencia: Rom Editors, 2013.
Diversos auriculares estratégicamente colgados en una pared de "totxos", permiten escuchar la verdad, es decir, los testimonios y diálogos reales entre constructores y políticos, implicados en casos de corrupción inmobiliaria. El autor del trabajo, Daniel G. Andújar, lo ha titulado "La cultura del ladrillo".

Estas siluetas intentan ser la memoria de todas esas personas que de una manera u otra han habitado un lugar, y por tanto han dejado allí alguna cosa de ellos mismos.



_VIII Cabanyal Portes Obertes 2005, ART I CIUTADANIA. Valencia: Plataforma Salvem el Cabanyal - Canyamelar.
El año 2008 el Ayuntamiento de Valencia ordenó la demolición de la "Casa de la Palmera".
Vicente Gallart, Vicepresidente de la Asociación de Vecinos del Cabañal - Canyamelar, comenta que poco antes de tomar esa decisión, la Asociación había mantenido una reunión con representantes municipales y autonómicos pidiendo que un edificio tan singular debía mantenerse y destinarse a un equipamiento sociocultural para el barrio.
La propuesta evidentemente no fue aceptada y, al poco tiempo, el Ayuntamiento ordenó demoler el edificio, atendiendo a que era necesaria su desaparición para proceder a la apertura del bulevar Sant Pere, una “arteria principal”, según el portavoz municipal.
El 4 de noviembre de 2008 un incomprensible despliegue de la Policía Nacional desalojó a unas personas que ocupaban la casa.
La Plataforma Salvem el Cabanyal y la nombrada Asociación de Vecinos convocaron una
concentración con cazolada, bajo el tema “Por un plan de rehabilitación sin destrucción”.
El diario de Levante - EMV, el día 6 del mismo noviembre publicó el artículo “El Cabanyal pierde su alma”.

El día 8 de noviembre, más de mil personas se congregaron alrededor de la casa para protestar sobre su destrucción. De nada sirvieron las protestas de los vecinos, ni las concentraciones, ni las sugerencias a integrar el edificio en una zona de jardín. Los obreros fueron desmantelando la "Casa de la Palmera".
Quedan fotos. Queda su presencia en la película “La Bicicleta” de Sigfrid Monleón. Queda el recuerdo de los que estudiaron en sus aulas y de los que la contemplaban cuando pasaban por allí.
El estima popular queda reflejado en el rótulo que conmemoró su centenario, reivindicando el edificio como uno de tantos símbolos del pueblo, desde aquel momento símbolo también de la destrucción que está sufriendo el barrio. En la memoria quedan sus miradores, sus forjados, su galería y, claro, su palmera.
¿y ahora qué?



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